Capítulo 5

-¡Qué ataque más gratuito!-comenzó a decir Alison mientras Hayley hacía su tarea.
-¿Qué quieres ahora?
-Justo cuando más te necesito es cuando más tarea tienes y justo cuando te da por hacerla.
-Mira Alison, estoy en la universidad, lamento mucho que no hayamos llegado juntas pero es así. No tengo tiempo para tus asuntos fantasmales.
-Pero si tienes tiempo para casarte y no invitarme a tu boda, tienes tiempo para llamar a Andrew, tienes tiempo para todo menos para mi.
-Pues te jodes. Y a la boda si que viniste. Estabas inconsciente pero viniste.
-¡Haberme despertado!
-Tenía yo tiempo para eso.-terminó Hayley la conversación poniéndose los cascos de su móvil y escuchando música.

Entonces, Alison, ni corta ni perezosa se concentró lo suficiente y se metió en el cuerpo de Hayley. Hayley comenzó a convulsionar y a hacer gestos involuntarios. Sus dos almas luchaban por el cuerpo. Y una de ellas necesitaba sería atención medica.

Finalmente, el cuerpo de Alison fue expulsado de la piel de Hayley.

-¡Alison, joder! ¡Podías haberme matado!-se cabreó Hayley.
-Debería haberlo hecho.-se lamentó Alison mientras se desvanecía.

Hayley se arrepintió de lo que la había dicho. Alison era la única que la supo querer como era en mucho tiempo. Y ahora ella estaba muerta y sola. Hayley era su única compañía. Y ella se lo había reprochado.

En aquel momento, Lucas entró por la puerta. Portaba unos viejos pantalones vaqueros y una camisa que a decir verdad, le quedaba muy bien. Hayley no pudo evitar mirarle con deseo.

-¿Qué piensas hacer, bruja?-dijo Lucas en un tono chistoso y cariñoso.
-Yo...-comenzó a musitar Hayley.

Cuando quisieron darse cuanta ya estaban tumbados en la cama haciendo una guerra de almohadas. Era increíble la capacidad que tenía Lucas de hacerla evadirse del mundo. De ser Hayley y no Hayley Lane Hardwicke. Ella quería ser la de siempre. Pero como siempre, ella iba ganando.

Lucas siempre había estado allí, en todo momento. Y a Hayley eso le gustaba. Pero de algún modo ella veía que era imposible eso de tener que elegir por algo más.

-No.-dijo Hayley en alto. No se lo podía creer. Acababa de contestar a sus pensamientos en alto.
-¿No qué?-dijo confuso Lucas.
-Nada.
-Hayley,-se incorporó Lucas- ¿Qué ocurre? Esto no es propio de ti.
-No tiene por qué serlo.-dijo Hayley pretendiendo aparentar ser fuerte.
-¡Hayley!-gritó Lucas y la agarró fuerte del brazo.
-¡Aaaih!- se quejó ella tratando de soltarse.
-O me dices de una vez lo que ocurre o te juro que te lo saco a puñetazos.

Hayley, aterrada por la idea de que Lucas la pegará hizo una mueca de dolor. Ella sabía que Lucas era fuerte. Lo sabía perfectamente. El había luchado grandes batallas. Contra Andrew, por supuesto.

-Si te lo cuento me llamarás loca o algo parecido. Paso. Prefiero que me pegues la peor paliza del mundo a contarte lo ocurrido.
-¿Cómo puedes pensar que te llamaré loca por algo que es realmente serio?
-Es que no es serio. Es fantasmal y extraño. Es Alison.
-¿Qué pasa con Alison?
-Digamos que no está muerta del todo. Simplemente está muerto su cuerpo.
-A ver, espera que me aclare. ¿Me estas diciendo que Alison es un fantasma? ¿Y tú como demonios lo sabes?
-A Alison le gusta aparecerse por mi cuarto, por mis clases, vamos que me acosa. Lucas, creo que veo a Alison.
-¿Estás segura que no estás tan afectada por su muerte que tratas de reproducirla?
-No. Es ella. No encuentro la manera de cerciorarme de que es ella pero lo siento. Siento que es ella quién me está hablando.

Lucas dio un suspiro. Parecía intentar asimilar todo esto. Abrazó a Hayley mientras esta lloraba desconsolada entre sus brazos.

-Me estoy volviendo loca.-musitó Hayley.
-No digas eso, pequeña.

Intentaron calmarse los dos. Aunque no se lo creyeran, tenían que asumirlo. En menos tiempo de lo que creían su vida había dado un giro de 180 grados. Tenían que asumir lo que estaba pasando. Todo aquello era extraño no solo para ellos, también para el mundo. Pero no se imaginaban que lo peor aún estaba por llegar.

Hayley había dejado abierto el correo por despiste y sonó el aviso de un mensaje nuevo en la bandeja de entrada de su ordenador. Tanto Lucas como Hayley se percataron de aquel suave sonido.

-Ve a mirar de quien es el correo.

Hayley se levantó y se separó de Lucas muy lentamente. El correo era de Andrew. La cara de Hayley se puso más pálida de lo habitual. Lucas sorprendido por la palidez de Hayley se acercó a su lado.

-¿Qué paso?-preguntó.
-Andrew.-fueron las únicas palabras entrecortadas que salieron de la boca de Hayley

Lucas acercó su cara a la pantalla y esbozó una mueca de asombro en su bello rostro.

Los fantasmas engañan y si no, preguntáselo a Alison.
Andrew Lett 17:32

-Le voy a machacar.-comenzó a decir Lucas enfadado y con irá en sus gestos.
-No hagas, Lucas.-contestó Hayley con la mirada perdida en los pixeles del ordenador.

Caras nuevas para los personajes de Desaparecida!

E otro día me llegaron al correo pero por la pereza de tener que entrar y tal y cual pues no los subí. Nesbell Lane del blog http://whentherainfalldown.blogspot.com/ me ha buscado unos personajes increibles para la historia. Los primeros que tenía no me convencian mucho pero mirad estos y observad que cambio han pegado de los que escogí yo a los que escogió ella. ¿No os parecen mejor? (Ya sé que falta Charlotte pero se me olvidó pedírsela, en cuanto se la pida y llegue a mi correo, actualizo la entrada)



                     Personajes que elegí yo                   Personajes que eligió Nesbell Lane





  Y buena esta es Liz, el nuevo personaje, pero que yo aún no le puse cara y pensé que se la podía poner ella. El resto de los personajes se loes he pedido a ella pero yo en ningún momento les puse cara.

Ahora es decisión vuestra elegir a cual de los personajes queréis en cada caso.

Capítulo 4

 -¿Me estas diciendo que esa estúpida humana te ha llamado?
-Lo que oyes, Charlotte. Esa chica me sorprende cada vez más. ¿A ti no te pasa eso? No sé que pensar de ella.
-Eres un vampiro que la puede matar en cuanto quiera. Tienes el control absoluto de la situación, pero te llama ella y tú la coges.
-Pero porque la quiero.
-Tú quieres su sangre.
-También, pero quiero que ella sea mía.
-Desde luego, yo no te entiendo. Yo no pienso formar parte de tan absurdo plan.
-Recibirás unos honorarios.
-Entonces cuenta conmigo. ¿Qué tengo que hacer?
-Matar a Lucas.

Charlotte ni se inmutó con aquella idea. Era una vida humana, y a ella no la importaba. Más hueco en este mundo para sangre más fresca. Al fin y al cabo, era inmortal desde el siglo XIX. Tampoco la importaba tanto. Había visto morir a toda su familia y ni siquiera había asistido al funeral. Vagaba por el mundo con la única compañía del repicar de sus tacones contra el suelo.

* * * * *
El timbre que anunciaba el final de las clases sonó más fuerte que nunca, al menos para Hayley. Salió disparada de su clase de literatura. Por una parte se alegraba de no tener a nadie que la siguiese ni nadie que la acosase. Estaba en la universidad y todo era diferente. Era adulta. Tenía 18 años y por fin podía comprar tabaco, entrar en las discotecas y beber alcohol sin que al policía supusiese ningún problema.

Hayley disfrutaba de la gloria cuando Gabriella se la acercó por la espalda.

-Siento lo de la tumba de Alison- dijo en un claro tono de sarcasmo. ¿Era realmente sarcasmo o es que Gabriella no sabía hablar en otro tono? Fuese lo que fuese, a Hayley se la traía al fresco.
-¿Cómo te has enterado?
-Las noticias, bicho raro.-volvía a ser la Gabriella de siempre.
-Si, supongo. Las noticias. No dejaran en paz a Alison ni muerta. Primero su secuestro por parte de Andrew, luego su muerte y ahora esto-empezó a musitar Hayley en un tono ilegible.
-¿Qué?-dijo confusa Gabriella.-¿Sabes qué? Me da igual. Paso. Que te diviertas con tus matemáticas avanzadas.

Hayley, aturdida en mitad del pasillo, veía como los estudiantes seguían alborotados por las zonas transitables de la universidad.

Hayley notó unos pequeños golpecitos en su hombro. Bueno, golpecitos de verdad no. Solo sus imaginaciones. Alison. ¡¿Alison?!

-¿Qué coño haces aquí?-dijo en bajo Hayley tratando de no parecer una loca en potencia.
-¿Tú qué crees? La vida de un muerto es taaaan aburrida, la tuya al menos es más productiva.
-¿Estas muerta?
-Hoy estás tonta. Me viste morir, asististe a mi funeral, lloraste por mi. ¿Te acuerdas?
-No me refiero a eso. Me refiero, ¿No eres mi imaginación?
-Y dale, que no. Soy la misma Alison que siempre, Solo que traspasable y muerta.

La gente empezaba a mirar raro a Hayley y ella comenzó a caminar por los repletos pasillos de Menhide University. Alison la seguía.

-¿Qué sabes de la profanación de mi tumba?-espetó Alison así de sopetón.
-¿Por qué piensas que se algo?-replicó Hayley aún en un volumen inferior al normal.
-Porque viste el telediario, llamaste a Andrew y porque se que habrás estado investigando.
-Solo se que hay otras tumbas profanadas que coinciden con algunos datos; centro académico, edad y calificaciones. Andrew no lo hizo. Además, es tu tumba. ¿no sabes quien la profano? Osea, no puedes transportarte hasta donde esté tu cadáver o algo así?
-Querida Hayley, si fuese así no te estaría haciendo preguntas.
-Cierto.

Nada más pronunciar esa ultima palabra, Alison desapareció.

Entonces, Hayley podía ver muertos. Porque si Alison estaba muerta y ella la había visto. Ya se estaba volviendo loca definitivamente. Pero loca de remate.

Matemáticas avanzadas. Odiaba esa clase. Ni si quiera sabía porque las había elegido avanzadas. Hayley no es que nunca hubiese sido un genio. Ella era lista pero podía ser tan tonta eligiendo asignaturas; matemáticas avanzadas, física y química, literatura, etc.

Clase aburrida, clase aburrida y más clase aburrida. Eso era matemáticas avanzadas para Hayley Hardwicke. Tampoco era tan malo si tenias en cuenta que la silla que tenía asignada Hayley era cómoda y confortable, se podía dormir a gusto.

El timbre vuelve a sonar despertando a Hayley de su reconfortante sueño. Como siempre, no se había enterado de los deberes.

-Hayley, no te has enterado de lso deberes ¿verdad?-preguntó Liz sosteniendo su carpeta con las dos manos mientras salía de la clase con Hayley.

Liz siempre había sido amiga de Hayley. No hablaban mucho pero el paso a la universidad las unió más. Estaban solas y las dos odiaban a Gabriella. El resto de compañeros se habían ido a universidades mas “glamurosas”, por decirlo de algún modo. Los demás estudiantes de Menhide University estaban aquí por obligación de los padres, matrículas de otras universidades rechazadas, etc. El caso es que Menhide University siempre tenía alumnos.

-¿Te digo la verdad o te miento?-la preguntó Hayley en un tono adormecido y decaido.
-Miénteme.
-He estado tan atenta en clase que no solo he apuntado la tarea sino que también he cogido apuntes. Enserio Liz, hoy no estoy para muchas bromas. Suelta que ha mandado el Sr. Pescado podrido.-Hayley llamaba así a su profesor de matemáticas porque se llamaba Sr. Fish, y siempre olía mal.

Liz la entregó una hojita con la tarea apuntada. Hayley la guardo en su bolsillo y se fue al aparcamiento. Cogió su nueva moto y se fue a su casa.

Capítulo 3

-¿Eres tonto o pellizcas cristales?-dijo Hayley mientras reía alborotadamente y lanzaba un peluche a Lucas.
-Creo que un poco de las dos cosas-contesto él defendiéndose de aquel ataque esponjoso.
Hayley, Lucas y Alice se encontraban sentados en el sofá viendo una película de humor y Lucas haciendo el ganso delante del televisor. Alice reía como nunca lo había hecho y le lanzaba palomitas. Se lo estaban pasando en grande hasta que la película se paró y en vez de anuncios apareció el informativo.

“Se ha encontrado, hace unas horas, las profanaciones de algunas tumbas en el cementerio de Menhide. Entre los cuerpos profanados se encuentran los de Alison Barnes, Michael Score, Amie Simpson y Amanda Harrinton. Todos concuerdan en los siguientes datos: edad, centro de estudios y calificaciones. Si alguien sabe algo llame al siguiente número...”

Hayley se quedó paralizada mientras el presentador seguía hablando. Alison Barnes. No le bastaba con matarla que también tenía que profanar su tumba y robar su cadáver. Fuese quien fuese se las pagaría. Pero primero tenía que averiguar quien demonios era. No le gustaba nada la maldita idea del cuerpo de Alison dando vueltas por ahí. Era grotesco y macabro hasta decir basta.

Hayley subió corriendo las escaleras preguntando en alto donde estaba el telefono.

-¿Qué coño haces?-preguntó Lucas asustado.
-Voy a llamar a Andrew.
-¿Estas loca? El mató a Alison y estuvo a punto de violarte.
-Pero el tendrá las respuestas que busco.
-No lo hagas.

Hayley siguió corriendo por las escaleras y Lucas desesperado la agarró por el tobillo y esta cayó arrastrando a Lucas con ella por las escaleras. Hayley cayó encima de Lucas aplastandole.

-Te pasa por impedírmelo.-continuó Hayley a la vez que se incorporaba y seguía subiendo las escaleras.

Lucas simplemente se quedó ahí tirado, asombrado por la rapidez que se tomó Hayley en levantarse y subir a llamar a su enemigo. ¿Enserio? Hayley era más lista que todo eso. ¿Por qué llamar a Andrew? Era una estupidez. Hayley cometía estupideces.

* * * * *
-¿Si?-Alguien contestó al otro lado del teléfono. Andrew.
-¿Andrew? Soy Hayley. Mira, yo sé que te odio y todo eso. Pero te llamo en busca de respuestas.-la respiración que se escuchaba al otro lado de la linea transmitía asombro y sospechas.-¡Joder, Andrew! ¿Por qué demonios has profanado la puta tumba de Alison? ¿No había nada mejor que hacer? ¡Es Alison!
-¿De qué diablos hablas? Yo no he hecho nada. ¡Joder Hayley! ¡Me ofende que pienses eso de mi!
-Como para no. Tú la mataste, quisiste violarme, me casaste con Lucas, secuestraste a un cura, y me espías.
-¿Y? No soy un profanador de tumbas.

Nada más decir esa frase, la linea se cortó. Andrew había cortado a Hayley. ¡A Hayley! Debía de ser al revés pero con ella era todo lo que no debía ser.

Alice seguía en el sofá, sentada. No se había enterado de nada y eso que había visto todo lo que había sucedido entre Lucas y Hayley. Ella pensaba que era una simple pelea. Nunca se llegaría a imaginar la importancia de aquella llamada. Nadie se la llegaría a imaginar hasta el momento de la verdad.

Lucas, decepcionado por lo que Hayley había hecho, subió a su cuarto indignado. Hayley le siguió.

-¿Por qué lo has hecho?-preguntó Lucas aún con la decepción en sus palabras.
-Sabes que debía hacerlo.
-No de este modo. ¡Hayley, por favor! Preocupate de la universidad, de tu familia de ti misma pero ya no intentes arreglar cosas que sabes que ya no puedes. ¿No crees que te mereces un descanso? ¡Todos nos merecemos un descanso!
-Lucas...Yo...-a Hayley no la salían las palabras así que simplemente se sentó al lado de Lucas y le abrazó.

Los dos procuraron disfrutar de ese momento. Aunque tampoco es que hubiese mucho de lo que disfrutar. Estaban solos en la habitación. El silencio reinaba. Y demasiadas veces había presentido que todo eso estaba mal. Que a pesar de ser matrimonio forzado y quererse, estaba mal. Todo.

-A todo esto...-comenzó a musitar Lucas-Felicidades.
-¡Gracias!-exclamó Hayley mientras se lanzaba a su cuello para abrazarle.

Siguieron riendo y discutiendo, cantando y silbando hasta que Hayley se dio cuenta de algo.

-¡Idiota! Hemos trasladado la fiesta a aquí arriba y no hemos avisado a Alice.
-¡Anda! Es verdad.

Bajaron corriendo con un par de peluches más en cada mano y avasallaron a Alice con ellos en la guerra de peluches.

La hora de cenar rondaba y Lucas comenzó a cocinar la cena. Hayley se le unió. De vez en cundo sus manos se juntaban mientras hacían algo.

-Le quieres mucho. ¿no?-la voz de Alison sorprendió a Hayley. ¿Alison? ¡Alison! La clara figura de Alison estaba apoyada contra la puerta jugando con un mechón de su pelo.

La Alison que Hayley estaba viendo era maliciosa y madura. Juguetona en el sentido perverso. Se giró a Lucas para preguntarle si había oído y visto lo mismo que ella pero Lucas no miraba en la misma dirección. Tenía que cerciorarse de que aquella imaginación no era real, porque no se lo creía.

Se acercó lentamente con la mano ya preparada para sentir el suave tacto de la mejilla de Alison y decepcionarse por ser una simple madera. Cuando estuvo apunto de tocarla, Lucas habló.

-¿Qué haces?
-Nada, quería ver de que tacto era esta madera.-se giró para ver a Lucas.

Lucas bajo la mirada decepcionado de la poca originalidad de la respuesta de Hayley y siguió preparando la ensalada. Cuando Hayley volvió la mirada hasta la posición donde estaba Alison, esta había desaparecido. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos de la respuesta.

Hayley, aturdida, siguió cocinando. Tenía el presentimiento que esto sería algo malo. El espiritu de Alison apareciéndose, su tumba profanada, los acosos de Andrew... Era todo loq eu ella no quería tener presente n su vida, pero aún así estaba.

Cuando terminaron de cenar, Hayley subió a su cuarto y agarró su teléfono móvil. Busco en su lista de contactos. Desde que había descubierto que tenía dos hermanas hablaba con ellas cada poco tiempo. Había establecido una conexión especial con Irina.

-¿Si?-contestó Irina al otro lado de la linea.
-Necesito hablar.-musitó Hayley entre sollozos.
-¡Mi vida! ¡No me llores! Recuerda, tú eres Hayley Hardwicke, tú puedes con todo lo que se te venga encima. Siempre ha sido así y siempre lo será.
-Se me ha aparecido Alison. O su espiritu o lo que dmeonios fuese. Dime la verdad ¿me estoy volviendo loca?
-No digas chorradas. A todos nos pasan cosas así después de la muerte de seres queridos. Sufrimos pequeños delirios.
-¿Pequeños? ¡Vi a Alison! ¡con mis propios ojos!
-Pequeña, tomate una Lexatin y relajate ¿de acuerdo? Descansa un poco que ya te están haciendo mucho daño.

Hayle colgó y fue al baño al cajón de medicamentos donde escondía las pastillas. Rebuscó y encontró las pastillas recomendadas por su hermana mayor. Realizó lo que ella la dijo.

Capítulo 2

Se levantó de la cama nada más terminar su helado y bajó hasta el garaje a por su moto. La tomo y salió con ella hasta el cementerio de Menhide donde la esperaba la tumba de Alison. Se poso sobre ella y comenzó a llorar. La tumba de Alison estaba al lado de la tumba de la madre de Hayley, y esta, se encontraba entre las dos tumbas. Desde la muerte de su madre, Hayley ya no tenía miedo a llorar, lloraba más continuamente y no la importaba que la viesen. Lo tenía superado.
* * * * *
Desde algún punto del cementerio, Andrew observaba detenidamente a Hayley; su olor, su color de cabello, sus ropas, su expresión, su tono de voz, sus actos, todo. Andrew era posesivo con Hayley. Él la quería para él sola. Pero ella ya estaba usada.

Lentamente se le iban acercando unas sombras por la espalda. Una joven pálida y con el pelo oscuro posaba su mano sobre el hombro de Andrew.

-Veo que ya estas aquí, Charlotte.
-Como siempre, llegas antes de la hora acordada. Ahora quiero saber, ¿qué te llama tanto al atención de esa humana?-era una voz angelical y muy tersa. Era como una voz entre un millón. Capaz de hipnotizar a cualquiera.
-Ella es diferente a las demás. No piensa en moda ni en cosas superficiales. Además, se me resiste y tú ya sabes lo que me gustan a mi los retos.
-Algo he oído hablar.-dijo sarcásticamente Charlotte.

Charlotte vestía con un vestido de encaje negro y unos tacones que hacían ver que era adinerada y elegante. Su cabello negro ondulado caía suavemente por sus hombros semejando a unas cascadas. Su maquillaje era completamente sobrio. Una sombra negra bien definida resaltaba sus almendrados ojos color rojo amarronado. Sus labios eran carnoso e iluminados por un gloss muy suave. Cuando sonreía dejaba entre ver unos preciosos dientes blancos y unos caninos bien afilados.

Andrew soltó una risa muy silenciosa. Andrew no era persona de reírse. Adoptaba el rol de un adolescente marginado y super inteligente del que muy pocos tienen conocimiento. Envuelto tras un halo de misterio y marginación, era así como era conocido Andrew en Menhide High, al menos para los alumnos. Para los profesores, Andrew es un vampiro solitario al que dan cobijo y dejan que disminuya el número de alumnos problemáticos matriculados en el centro. Era la forma más inmediata de matar dos pájaros de un tiro.

En efecto, Andrew era un vampiro. Un vampiro solitario y desolado con la única compañía de la soledad y de vez en cuando de su hermana, Charlotte. Charlotte le visitaba en muy pocas ocasiones, y siempre que lo hacía eran visitas de algunas horas.

-Y bueno...¿hasta que hora te quedas?
-Andrew, si no me he ido ya por algo será.
-¿Te quedas unos días?
-No Andrew, me quedo para siempre.

* * * * *
Lucas arrancó el coche y salió pitando a Smashville, la ciudad de las compras. Smashville era todo tiendas y más tiendas. Las avenidas se aglomeraban de gente abarrotada de bolsas de marcas como Zara, Stradivarius, Bershka, etc.

Hayley no acostumbraba a vestir esas marcas. A ella la sacabas del mercadillo y se perdía. A pesar de tener todo el dinero que quisiera y más, vestía de mercadillo. Pero no por ser más barato o por orgullo. Ella vestía de mercadillo porque la gustaba la ropa de mercadillo.

Lucas aparcó el coche en el último sitio que quedaba libre en toda la avenida Penniwell. Agarró a Hayley por el brazo y la obligó a entrar en Zombieland, lugar al que Hayley no rechazaría. Zombieland era el lugar donde Hayeley había deseado vivir. Estaba decorado muy macabramente, pero de una forma que resultaba adorable. Muñecas enormes de Barbie con la cabeza cortada, las paredes decoradas como si gotease sangre y te podías topar con algún zombie por los pasillos. Por supuesto, la sangre era falsa, los zombies eran dependientes disfrazados, y que decir de las barbies, por si solas ya eran muñecas.

Hayley se acercó al pasillo de camisetas con la boca abierta, fascinada por la cantidad de camisetas que ella denominaba “chulas” y que el resto de la población de Menhide denominada “horrorosas”. Pero sencillamente a Hayley no le importaba. Ella vivía en su mundo mágico donde solo existían ella, Lucas, Alice y sus pensamientos. Le daba igual lo que dijesen Gabriella y su panda de snobs.

Se acercó, con la expresión de fascinación, a las estanterias que se encontraban a su altura y comenzó a deshacer las camisetas dobladas que atraían su atención. Encontró una negra con el boceto de un conejo en color gris pintarrajeado por encima con morado y rosa y algo de purpurina plateada. Encima del conejo podía leer BAD Rabbit y debajo BEAUTIFUL, en letras rosas y moradas. Miró la talla y sin pensarselo dos veces lo acomodó en su brazo y siguió mirando. Cinco minutos después, ya tenía en su brazo 3 camisetas, 2 pantalones y una chaqueta. Cuando estaba dispuesta a pagar en la caja, Lucas se la adelantó y pagó el importe de todas aquellas prendas.

-Lucas, ¿qué coño has hecho?-chilló en bajo a la salida de la tienda.
-Comprar tu felicidad.
-¿Y Alice qué? ¿Como piensas comprar los libros de este curso?
-Paga extra.
-¿Qué? Lucas, ¿de que coño me estas hablando? ¡Si tú no trabajas!
-Eso es lo que te piensas tú. Cada noche, cuando te duermes salgo a trabajar al taller mecánico de la esquina.
-¿Qué? ¿El ilegal?
-Será ilegal pero con eso pago muchas cosas.
-Lucas por favor, no hagas el imbécil. Deja ese trabajo. No me cuesta nada manteneros a ti y a Alice y si quieres un trabajo, búscate uno decente. O si es solo por un hobby, haz calceta.
-Me parto y me mondo. No necesito ni que me mantengas ni a mi ni a Alice. Puedo mantenerla yo sólito. Y este trabajo es tan decente como el tuyo. Cajera de supermercado.
-Lucas, enserio. No cometas el error de que os pillen y acabes en la cárcel.
-Como si a ti te importara mucho.
-Me importas. Y más de lo que piensas. En todos los momentos he velado para que no te pasase nada. Para que tuvieses de todo. Accedí a esta estúpida apuesta, no para ver si tenía la oportunidad de librarme de ti, era para ver cuanto te importaba yo a ti. Pasase lo que pasase no me iba a divorcia pero llegados a este punto, será mejor que lo hagamos.
-No puedes. Soy tu tutor legal.
-Ya no. Mañana cumplo 18. Así que mañana quiero que hagas tus maletas y te vayas de mi casa. Alice se puede quedar. Tú no.
-No te preocupes, que Alice no se quedara contigo ni loca.

Hayley salió disparada en busca de un taxi.

-¿Qué haces? ¿Querrás que te lleve a casa, no?-gritó Lucas a modo de ser caballeroso.
-Ya me busco un taxi yo solita.

Lucas se fue confundido al coche y siguió de cerca a Hayley. Lentamente procuró que no le viese. Las aglomeraciones por las calles y los atascos hacían aún más difícil seguir la pista a Hayley. De repente, casi en menos de un segundo, una sombra resurgió entre la gente formando una figura que poco a poco se transformó en una persona.

* * * * *
Una figura apareció delante de Hayley. Una sonrisa malévola se dibujo tras el rostro que escondía la figura. Esa sonrisa se iba disfrazando rápidamente en una sonrisa amigable y feliz ocultando lo macabra que era. Charlotte.

Sus tacones eran el comienzo de unas largas piernas hasta su pantaloncitos cortos, extremadamente cortos, combinados con un top color gris oscuro. Se fijo descaradamente en la ropa que llevaba Hayley y disimuló su cara de asco y sonrió abiertamente a Hayley mientras la daba la mano.

-Charlotte, encantada.
-¿Hayley?-respondió Hayley sin saber muy bien que decir, como dudando.-¿Te conozco de algo?-continuó como si tratase de llegar a alguna conclusión poco definida.
-No, pero de eso se trata, de que me conozcas. Soy nueva en Menhide y me gustaría que me enseñases el pueblo.
-Vale encanta de... ¡espera!-dijo dando un salto en sus palabras.-¿como sabes que soy de Menhide?
-Es evidente, te he visto allí más de una vez. Esos andares no son de una ciudad y es obvio que tienes rasgos de pueblo.-contestó Charlotte inventándose cosas con tal de tapar la verdadera razón, Andrew.
-¿Me estas diciendo que soy la típica paleta de pueblo?
-Bueno, a ver, típica típica no, pero lo parces.

Hayley trato de esquivar a Charlotte para evitar enfadarse, pero esta la agarró del brazo y la detuvo. Charlotte era muy juguetona y en estos momentos quería jugar. Antes de que Hayley se enfadase tanto como para soltar una bofetada a Charlotte, Lucas aparcó el coche (algo muy difícil en Smashville) y se bajó inmediatamente.

-¿Qué pasa aquí?-dijo preocupado.
-Nada, aquí, mi amiga Hayley y yo estamos conversando.-respondió Charlotte rápidamente para no levantar sospecha alguna en Lucas, pero estaba consiguiendo levantarlas de igual manera.

Hayley hizo un gesto como de alivio porque estaba Lucas y de desesperación por Charlotte.

-Hayley, deberiamos volver a Menhide, sube al coche-ordenó Lucas a Hayley que obedeció y se fue al coche seguida de Charlotte. Lucas la frenó.-¿A donde te crees que vas?
-Con vosotros, yo también tendré que volver a Menhide ¿no?
-Que yo sepa has sabido encontrar un medio para venir sola, entonces no eres tan tonta como para saber que medio utilizar.

Lucas dejó a Charlotte con la palabra en la boca, porque después de espetarle eso se subió al coche y aceleró lo máximo que le permitía el atasco. Miro de reojo a Hayley, no se atrevía a decir nada. Solo conducía por las estrechas calles de Smashville de camino a Menhide. El único lugar al que podía denominar hogar.

Menhide nunca se ha podido denominar hogar, para nadie. Era el peor pueblo que podrías encontrar. Los únicos bares que había eran los de carretera, solo había un supermercado que tenía muy poca variedad, las casas estaban medio abandonadas y no sería de extrañar encontrar alguna casa derribada por el temporal. Si había escuela era todo un milagro y lo mismo del instituto. Todo un milagro. Además la biblioteca de Menhide, era la biblioteca de Menhide High. Si, muy cutre a tener en cuenta que hay muy poca variedad de libros y la mayoría son del año catapun. Sin duda la mejor parte, la única que había, era la parte rica, a las afueras, pero muy a las afueras. Todo eran casas lujosas, era donde la mayoría de residentes vivía, incluyendo a Hayley.

-Gracias.-dijo Hayley tras un interminable tramo de silencio y posó su mano sobre la rodilla de Lucas.-y siento todo lo que te dije antes. Reconozco que me pasé. No hace falta que te vayas, pero deja ese trabajo por favor, si quieres sentirte autosuficiente, te puedo ayudar a buscar otro trabajo.
-Tienes razón, yo también me porté como un gilipollas pero estaba desesperado por conseguir un trabajo y evitarte más gastos.
-¿Qué gastos? No tengo ni hipoteca ni alquiler, solo pago luz y agua. Y la cantidad no es muy alta. Tengo descuento en el supermercado por trabajar alli, sé que no hay gran cosa pero algo es algo, y la ropa me da igual. Los libros es el único gasto caro que tengo. Y me da para pagarlo todo con mi sueldo de cajera.
-¡Oh, vaya! Yo no sabía todo eso. Pensé que todos los meses tenías que echar mano de la herencia. Pero de todos modos, un sueldo más en casa no viene mal.
-Vale, pero te cambias de trabajo.
-Esta bien.

Hayley se sintió bien con ella misma al ver que había echo entrar en razón a Lucas. Ella solo tenía ojitos para él, o al menos para preocuparse de él. El viaje se hizo más corto. Mucho más corto. Llegaron a casa más rápido de lo que pensaban. Subieron instintivamente a su cuarto y se tumbaron en la cama. Miraron hacía la lámpara de araña que reposaba sobre sus cabezas. Colgaba de un fino y resistente hilo de nilón. Hayley no puedo evitar comparar eso con la relación que mantenía con Lucas, colgada de un hilo. Un fino hilo que no era tan resistente como el que sostenía la lampara pero se iba reparando con cada acción buena, con cada detalle bonito y se iba rompiendo con cada pelea y cada error. Hayley posó su cabeza sobre el pecho de Lucas y este la beso en la cabeza, como hacía en los viejos tiempos.

-¿Y que vamos a hacer?-preguntó Lucas.
-¿Respecto a qué?
-La cena.
-Algo especial. Mañana es mi cumpleaños.
-Mañana, no hoy. Mañana tendrás tu cena especial, comida y todo lo que quieras. Que y sepa no naciste hoy.
-Pero nací mañana. Y quiero una cena especial.
-Está bien. No se como lo haces pero siempre me acabas convenciendo.

* * * * *
-El cebo ya está soltado. La presa aún no ha picado, peor lo hará.
-¡Charlotte! Habla de una puta vez como una puta persona decente y déjame de una puta vez en paz.-replicó Andrew.
-Alguien se ha levantado con el pie que no debía...-se burló Charlotte de su hermano mayor.
-Enserio, ¡déjame en paz!

Charlotte se fue con las manos en alto como diciendo “vale, vale. Ahí te dejo”. Andrew no era persona de mucha educación. Soltaba todas las palabrotas que podía y más. Era como una máquina de palabrotas andante.

Caminó lentamente detrás de Charlotte y la cogí como acunando a un bebe. En el fondo Charlotte era su bebé.

-No soy tu bebé.-replicó Charlotte leyendo los pensamientos de Andrew.

Andrew hizo una mueca de “vale, me ha pillado”. En el muy fondo de su corazón, si es que le quedaba, le gustaba discutir y picar a Charlotte. Pasaba mucho tiempo desde que no la veía y siempre tenían muchas cosas que cotarse y poco tiempo. Si, eran hermanos pero eran completamente diferentes. Andrew era sensato y severo y se pensaba las cosas más de dos veces. Charlotte era atrevida, lanzada y lo hacía todo sin pensar. Eran contrarios pero se querían con locura. Quién lo diría. Todo por una estúpida tontería.

15 de Mayo de 1884
Mamá había preparado tortitas aquella mañana. Era especial. Me levanté de la cama con el rico olor que desprendían y fui corriendo a despertar a Andrew. Le tambaleé una y otra vez, pero seguía dormido. Dormía como un tronco. Me acerqué sigilosamente por el pasillo hasta la cocina. ¡Ahí estaban! Estaba tan cerca de mi objetivo.
-Cuidado que queman.-me sorprendió mamá. Me había pillado. Me fui cabizbaja de nuevo a mi cuarto y esperé hasta la hora que Andrew se levantase. El siempre que se levantaba antes podía comer tortitas sin necesidad de ser la hora. ¡No es justo! Por fin Andrew se levantó, justo a tiempo para el desayuno. No sé como lo hacía

Aquella tarde, Andrew me llevó a dar un paseo. Las calles eran preciosas y muy limpias. Era domingo por la tarde y aún no habían ensuciado la calle, todo un milagro. Me fascinaba cada rincón de Nueva York. Vivíamos en un barrio modesto con alto indice de delincuencia y muertes, pero aún así, se veía precioso.

Entramos en un pequeño callejón. Era muy estrecho y estaba bastante sucio. Olía a podrido y se sentía asqueroso.

-¿Qué hacemos aquí?-pregunté inquieta agarrada de la mano de Andrew.
-Hace un par de días vi aquí a una preciosa gatita que dio a luz a unos hermosos y chiquitines gatitos. Son realmente hermosos y te he traído aquí para que los veas.

Andrew parecía consciente de lo que hacía. Yo sabía que estaría segura siempre y cuando permaneciese a su lado. Seguimos avanzando por el estrecho callejón y me condujo hasta la parte trasera de unos apestosos contenedores. De repente, una sombra apreció de entre las telarañas que adornaban la cutre esquina del callejón.

La extraña figura sonrió y dejo entrever sus afilados colmillos y sus ojos rojo sangre. Me asusté mucho pero contaba con la protección de Andrew. Él era mi gran protector. Mi ángel de la guardo, pero me temo que en aquella situación el no podía ayudarme.

Aquella extraña figura tomo forma y color hasta formarse en un hombre pálido y de una fuerte corpulencia. Este embistió a Andrew un limpio golpe que tiró a mi hermano al suelo, incapacitandole para defenderse.

El ser pálido sacó a relucir sus caninos y los clavó sobre el terso cuello de Andrew que gritó de dolor. Luego se centró en mi y vino sin apartar su vista de mis pupilas. Me quede paralizada y solo podía sentir mi grito ahogado y el dolor que me produjo su mordisco en mi cuello.

Después de un buen rato Andrew y yo nos despertamos y aquel extraño ser que nos hinco el diente había desaparecido. Yo me sentía con más fuerza, no se si Andrew también se sintió así pero pude apreciar en sus ojos que si. A partir de entonces fuimos cambiando y evolucionando. Ahora puedo decir con total orgullo que somos vampiros. Y que eso es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida.

Charlotte cerró aquel desgastado cuaderno que era su diario. La última nota que escribió en aquel viejo cuaderno. Frotó su cara contra la almohada muy fuerte, como si quisiese eliminar aquel recuerdo de su memoria. Podía ver en sus ojos la misma escena. Sentir aquel olor a podrido. Notar el dolor en su cuello. No pudo evitar pasarse la mano por donde hace tiempo tenía la marca. Comenzó a llorar como una niña desconsolada. Luego se acercó al espejo que escondía su diminuto baño. Se paso las manos por sus rojizos ojos. Su maquillaje negro se había convertido en una cascada sucia y negra que arrastraba sombra de ojos, eyeliner y el rimel que con tanta paciencia se había aplicado esta mañana. Sus labios aún seguían con el rojo pasión que se había aplicado. Por primera vez desde su transformación a vampiro, Charlotte sentía nostalgia.