Capítulo 6


El juez tenía cara de pocos amigos, probablemente sería porque se acercaba la hora de comer, y como todos, tenía hambre.

-Brett Grenstein. Por homicidio desintencionado le condeno a 10 años de cárcel y por conducción de un vehículo motorizado bajo los efectos del alcohol le condeno a 5 años sin fianza.

Hayley dio un pequeño salto imaginario de alegría que Lucas notó y en respuesta la rodeó con el brazo y la acarició pacíficamente.

-Hayley Hardwicke. En vista que cumplirá su decimoctavo cumpleaños dentro de poco y que no tiene ningún otro familiar en Menhide, se le concederá la mayoría de edad a cambio de que conviva con un adulto responsable hasta la fecha en que realmente cumpla 18 años. Pero deberá decidir ahora quién será para dar parte en este tribunal y se cumplan todos los acuerdos legales. Cuando volvamos de la pausa deberá dar una respuesta.

Todos salieron de a sala y Hayley y Lucas se dirigieron a la cafetería. Hayley tomó un Kas de naranja y Lucas una Coca-cola.

-Yo me puedo hacer responsable de ti. Si quieres.-dijo Lucas
-Necesito a alguien mayor de edad.
-Yo soy mayor de edad.
-Y responsable.
-Soy responsable.
-Demuéstramelo.
-¡Oh, Dios! Ni en estos momentos puedes dejar de ser irónica.
-Vale, pero demuéstramelo.
-Cuido de mi hermana de 8 años en un hogar donde la figura paterna he pasado a ser yo y la figura materna no existe. Trabajo y traigo el pan a mi casa mientras a la vez estudio. ¿Te sirve?
-Si. Gracias.

Y finalizaron la conversación levantándose de sus asientos de una manera brusca. Lucas intentó ser amable y compasivo con Hayley, que estaba pasando un momento muy duro.

De vuelta al juicio, las banquetas parecieron mas duras que antes y la expresión en la cara del juez no era mucho mejor. El asesino de la madre de Hayley intentaba pedirla disculpas con la mirada, pero Hayley hacía ojos ciegos y ni si quiera mantuvo contacto visual con él. La ira y la cólera se percibían en su semblante y era tal que cortaba como dos espadas recién afiladas.

Lucas no dejaba de abrazar a Hayley para que se calmara pero ella no quería. Tenía la necesidad de venganza que la abordaba cuando pensaba en el asesinato de su padre, cuando pensaba en quién podía haber causado la desaparición de Alison. La propia culpa no dejaba de pesar en Hayley. El hecho de no haberle dicho Te quiero antes de salir. El hecho de no haber obrado algo para que se sintiese orgullosa. Era decepcionante la manera en la que se encontraba Hayley. Por primera vez en su vida, Hayley se veía frágil, como una dulce muñequita de porcelana.

-Dígame, Srta. Hardwicke, ¿a quién a elegido?- impuso el juez con gran autoridad.
-He elegido a Lucas Madison.
-¿Edad?
-18.
-Que suba al estrado Lucas Madison.

Lucas se levantó rápidamente de su asiento y se dirigió al estrado donde le esperaba un lugar frío e indiferente.
-Sr. Madison, ¿por qué creé que es una buena elección para hacerse cargo de Hayley Hardwicke?
-Estoy a cargo de mi hermana pequeña de 8 años ya que mi padre no esta en buenas condiciones para cuidarme a mí y a ella.
-Y, ¿Qué papel representa en su hogar?
-Actualmente estudio, trabajo y cuido de mi hermana así que podría considerar que el más importante.
-¿Estaría dispuesto ha hacerse cargo de la Srta. Hardwicke?
-Si, de hecho, fui yo quién se lo propuso.
-Pues en vista de esto, yo le considero apto para hacerse cargo de la custodia de Hayley Hardwicke.

Desde su asiento, Hayley daba pequeños saltos de alegría. Lucas se dirigió avivadamente al asiento vacío que había dejado al lado de Hayley que aún permanecía caliente.

Cuando el juicio había terminado, Hayley acompañó a Lucas hasta su casa para ir a buscar a Alice. Iban al parque de atracciones.

El parque de atracciones ocupaba una cuarta parte de Menhide. Para ser un pueblo pequeño, Menhide se las apañaba bien para tener un parque de atracciones tan grande. Había desde norias hasta montañas rusas, desde puestos de perritos calientes hasta puestos de feria para probar suerte.

Hayley era una total aficionada al parque de atracciones y solía ser lo que más le animaba. Y venir con Lucas era un plus más.

Aunque le costase reconocerlo, Hayley adoraba al egocéntrico, hipócrita y superficial Lucas. Si, podría ser frívolo y todo lo que quisiera, pero para Hayley era el único con el que se había topado con, al menos, medio cerebro. Sin saber como, Hayley se había enamorado. Y eso la asustaba. Mucho.

Alice tenía antojo de subirse a la noria, y por lo tanto, Lucas y Hayley se subieron con ella. Lucas y Alice se sentaron juntos y Hayley se sentó en frente de Lucas.

La noria no paraba de dar vueltas y Alice estaba tan ilusionada que no paraba de mirar por el escaparate de la cabina. Lucas y Hayley solo tenían ojos para ellos. Hayley sólo se limitaba a sonreír tontamente y Lucas jugaba con sus pies.

-¿Por qué has pagado la entrada al parque y la noria?-soltó Hayley.
-Porque se supone que son los chicos quienes pagan.
-Si, en las citas. Pero esto no es una cita, ¿verdad?-un tono dudoso salía de su voz.
-Depende de cómo lo mires-dijo Lucas con un tono misterioso.
-Exacto. Yo decido. Y decido que esto no es una cita. Y que la próxima atracción la pago yo.
-¿Y por qué yo no?
-Porque tú tienes que ahorrar el dinero para cuidar de Alice. Yo tengo dos pensiones de orfandad, un trabajo y dos herencias casi millonarias.
-Osea, que eres rica y por eso pagas tú. ¿No?
-Eres listo, lo vas pillando.
-Ja ja.
-Oye, se que has hecho mucho por mi ya, pero, quiero pedirte un favor.
-Dispara.
-Quiero que tú y Alice os vengáis a vivir conmigo a mi casa.
-¿Tú te has fumado algo hoy antes del juicio o qué?
-Hablo enserio.
-A mi me encantaría, pero pregúntaselo a Alice.
-Alice,-dijo Hayley tratando de llamar su atención mientras se bajaban de la noria y se dirigían a los autos de coche-¿Te gustaría irte a vivir conmigo a mi casa?
-Pero, antes tendría que ver como es.
-No te preocupes, cuando salgamos del parque vamos para allá.

La estancia en el parque fue bastante divertida, cuando no perdían a Alice de vista o Hayley se acordaba de su madre y de Alison. Lucas la solía abrazar y se olvidaba de eso. Hayley adoraba su olor y el tacto de su piel. Se le ponían los pelos de punta y la aproximación de cada cuerpo era más alta de lo normal. Pero a ninguno de los dos le importaba. Aunque siempre mantenían la distancia justa para no besarse. Hayley estaba demasiado endeble y podría caer en la tentación, y lógicamente, Lucas no se resistiría.

Todo se basaba en el mero hecho de causa-consecuencia. La causa, la debilidad de Hayley. Consecuencia, un beso. Todo se tornaba negro para ella. El amor, la muerte, los estudios, incluso su frontera. Frontera que había tardado años en construir. Ahora se empezaba a cuestionar si todos sus años de fracaso social habrían valido la pena. Ahora su vida era diferente. Si no hubiese ocurrido. Ese lugar, esa situación. Ese beso. Tardaría mucho en volver a montar su fuerte cargado con gruesos muros y metáforas de gárgolas aladas con malévolas risas.

En momentos como esos, Hayley ambicionaba ser como Erzebeth Bathory. Fría y temperamental. Sin miedo a nada y con nada que perder en el camino. Capaz de matar y asesinar a más gente de la que podía imaginar y ser capaz de manejar situaciones embrolladas y sin mediar palabra.

Los dos querían que los abrazos durasen eternamente, pero no podía ser. La pequeña Alice era demasiado inquieta. Para fortuna de ambos, y desgracia de Alice, el parque de atracciones cerraba y tenían que irse. Si Alice aceptaba, se estaba dirigiendo a su nuevo hogar.

El coche de Lucas se encontraba distante. Hayley había recuperado su fuerza vital y ya no estaba tan mimosa, y eso a Lucas le molestaba. Ahora Lucas volvía a ser el egocéntrico hipócrita que era antes para Hayley. Nada de abrazos. Nada de besos. Solo distancia.

-¿Estas segura de que quieres hacerlo?
-La pregunta aquí no es esa. La pregunta es ¿estás seguro de que quieres mudarte a mi casa con tu hermana?
-Estoy tan seguro como que te quiero.
-Entonces es nada.
-Muy graciosa.
-Muy empalagoso.
-Muy descarada.
-Muy insignificante.
-Muy psicótica.
-Muy egocéntrico.
Lucas se callo inmediatamente sin saber que responder. Hayley le lanzó una mirada burlona echándole en cara que había ganado la pequeña batalla lingüística que habían realizado brevemente. Lucas, escuetamente, la ignoró. Apagó el motor y los tres bajaron en dirección de la casa de los Madison.

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