Capítulo 7


-¡Lo hemos hecho!-exclamó Hayley suspirando mientras ayudaba a subir las maletas al nuevo cuarto de Alice.

Alice parecía contenta. Le gustaba mucho la casa de Hayley y se le notaba en el brillo de los ojos. Su espectacular sonrisa iluminaba toda la habitación.
Cuando salió del cuarto de Alice, se fue a donde Lucas que estaba terminando de sacar sus cosas del coche.

-¿Dónde voy a dormir?
-La única habitación libre que tengo es la de mi madre pero esa no quiero que la habite nadie así que…
-Dormiré en el sofá.-espetó Lucas antes de que Hayley terminase su frase.
-¡¿Pero que dices?! ¡Ni loca! ¡Con lo duro que está ese sofá! Tú vas a dormir conmigo en mi habitación.
-Pero si no hay sitio.
-En mi cama hay sitio de sobra.-dijo Hayley con un tono sugerente y pícaro.
Lucas no dijo nada ya que se quedo prendado de la sonrisa y las palabras de Hayley, que empezaba a subir escaleras arriba con un par de maletas de Lucas. Este, como quien no quiere la cosa, la siguió cual perrito faldero como si de una hipnosis se tratase.

Hayley intentaba actuar como una pija de clase, y, aunque le saliese clavado, le faltaba los andares de pija que exageraba como un pato moviendo el culo cada vez que andaba, como si quisiese quitar el polvo del aire. Lucas soltaba pequeñas risitas detrás de ella, pero apenas duraban un segundo.

Cuando llegaron arriba se sentaron en la cama. Hayley puso la canción “The Only exception” que sonaba como una dulce melodía de ángeles de melancólica voz. Lucas enseguida adquirió el control de la situación, y por una vez, Hayley se dejo llevar. Lucas acarició delicadamente el rojizo pelo de Hayley. Ella metió su mano en la espalda de Lucas y le daba ligeros masajes mientras sus labios se rozaban y bailaban una rítmica canción. Lucas desabrochó los botones de la camisa de seda azabache desprendiéndose de ella mientras Hayley le sacaba la camiseta negra que lucía dejando al descubierto su hermoso y trabajado cuerpo. Lucas intentaba tumbar a afablemente a Hayley sobre la cama y está le dejó.

Él empezó a besar el palidecido cuello de Hayley mientras descendía y antes de que llegase a más, Hayley le frenó.

-No creo que este preparada para esto.
-No me digas que eres una V.
-No. No estoy preparada para estar contigo. Si nos pasamos un poco no me podré controlar. Y no quiero hacerte daño.

Lucas se apartó de ella y se sentó a su lado. Rebuscó debajo de la almohada y saco la camiseta del pijama negro de Hayley. Palpó el tacto de un papel. Lo saco delicadamente de debajo de la almohada y lo posó sobre sus manos mientras lo miraba pensativo.

-¿Qué es eso?-preguntó Hayley sorprendida del papel de color azul claro sobre las manos de Lucas.
-No lo sé. Es tu cama.

Cuidadosamente abrieron el papel dejando ver una casi ilegible letra victoriana en color negro:

Las rosas son negras
Su vestido es azul
Alison está escondida
Ahora investigas tú

Los dos se quedaron boquiabiertos. Hayley se puso su pijama pero seguía anonadada por la extraña nota. Lucas desempacaba sus maletas y pernoctaba su ropa en el hueco vacío que Hayley le había hecho en su armario.

Aquella noche Hayley estaba teniendo una de sus peores pesadillas.

La tormenta gris se alejaba por el horizonte y un cielo despejado se cernía sobre el grandioso boscaje abundante a su alrededor. Rosas negras marchitaban en algo que adquiría un gran parecido a un rosal guardando algo anónimo. Rugidos de bestias lejanas se auscultaban a lo lejano. Árboles marchitos velados con bejuco y otras ramas trepadoras igual de percudes y cadavéricas. Acacias desechas en ramilletes podridos sobre el fingido suelo de arenisca y arcilla agrietada. Sonrisas forzadas añadía Hayley a su cara.

El brazo de Lucas la rodaba por la cintura protegiéndola. Hayley, que se dio cuenta al despertarse, lo aparto con suavidad a la vez que salía de la cama. Sus pasos sordos bajaban por las escaleras hacia la cocina. La fruta fresca, o al menos fresca hace tres días, reposaba tranquilamente sobre el frutero encima de la fría y frígida mesa. Hayley se dispuso a coger una manzana cuando noto el rugoso tacto del papel. Era un folleto.

Feria anual de Menhide
Perritos calientes, pasarela de disfraces,
Circo, cena y espectáculo…
¡Ven y pásatelo bien en la feria anual de Menhide!
¡Aprovecha! Solo un día

En la plaza de Menhide

18 de marzo desde las 10 hasta las 23 horas.

“¡Bien!”-pensó en tono sarcástico “el lugar de los freaks como yo” Se quedo pensativa mirando el folleto. Luego, miro el calendario. 18 de marzo. La feria era hoy. El reloj marcaba las 9 de la mañana. Despertaría a Alice y a Lucas y se iría ha hacer el gilipollas a la feria.

Alice se había ido a pasar el día con una amiga. Sólo quedaban Lucas y Hayley. Juntos irían a la estúpida fiesta de Menhide.

Cómo todos los años, la feria tenía el mismo aire extrovertido que adquiría con el olor a algodón de azúcar, el humo de fresa de las atracciones y los excrementos de elefante. Carrozas engalanadas y payasos emperifollados de la cabeza a los pies. Manzanas de caramelo desperdigadas por el suelo acompañaban a envoltorios de las demás comidas grasientas de la gente.

Solo eran las 11 y la plaza de Menhide estaba llena de gente, en su mayoría ancianas que pululaban sin sentido alrededor de las atracciones de enérgicos colores y con largas colas de niños que ambicionaban montarse. Otros tiraban de las faldas de sus madres requiriendo su atención para pedir dinero para alguna traga dineros de todos los años. La gente podía reconocerlo, la feria era una forma explayada de despilfarrarse el dinero atesorado a lo largo del año.

Hayley solía ir de pequeña. La encantaban los vividos colores de las atracciones, como a todos los niños, y el dulce sabor de algodón de azúcar; la ampliación de juegos de suerte y azar que en el parque de atracciones no tenían y, sobre todo, el circo. Los payasos, los leones, los elefantes, etc. En su más tierna infancia, Hayley codiciaba la esperanza de pertenecer al circo. De compartir su día a día con los tópicos del circo de cine. La mujer barbuda, los enanos acróbatas, el hombre más fuerte del mundo, las gimnastas… Ahora, ahora no tanto. Ahora sólo quería estar lo más lejos posible de la feria. Aunque hoy era un día especial. Tenía que olvidarse de todo lo sucedido.

Lucas y Hayley paseaban tranquilamente entre el bullicio de la gente. Allí estaba ella. Lisbeth, la adivina. Lisbeth estaba todos los años y su puesto era muy popular. Siempre acertaba en sus predicciones. No sabría decir si era casualidad o que era, pero siempre acertaba.

Hayley se acerco corriendo. Lucas detrás.

-Hola, pequeña.-dijo Lisbeth con un tono ambiguo y a la vez dulce y cálido.
-Hola Lisbeth.
Lisbeth ya había comenzado a leer la mano a Hayley. Ninguna dijo nada, las dos estaban muy pensativas.

-Veo dos importantes perdidas. ¿Has perdido a alguien hace poco?
-Si. A mi madre y a una amiga.
-No, no es una amiga. Es tu mejor amiga. Venga, ahora te leeré las cartas.-dijo mientras barajaba su cartas de tarot.-dime tu signo y un número.
-Escorpio. 3.

Lisbeth barajo las cartas y las colocó de la manera habitual.

-Veo sueños. Extraños sueños reales. Síguelos. Tú amiga. Esa amiga que acabas de perder. Tus sueños están más relacionados con ella de lo que piensas. Veo dolor. Mucho dolor. Cuando llegue, déjate llevar. Se irá pronto si lo ignoras.

Lisbeth se quedó pensativa. Muy pensativa. Levantó la primera carta y sin decir nada, antes de que Hayley pudiese echar un vistazo cual era, revolvió las cartas de manera confusa, desesperada. Hayley la miro extrañada.

-Bueno, ¿que la debo?
-Nada, guapa. Esta te sale gratis.
-Gracias.

Hayley salió confusa del puesto de Lisbeth. Algo estaba fallando y no sabía el qué. Instintivamente se abrazo a Lucas. Y cuando se dio cuenta, se soltó rápidamente sonrosando sus pálidas mejillas y tosiendo disimuladamente. Alejo su vista de sus ojos y jugó con el pie en el suelo. Hayley le puso una mirada de “continuamos o ¿Qué?” y partieron dirigidos a ver la feria entera. Lentamente. Seguían viendo como la gente caminaba en círculos cada vez más cerrados o se agrupaban para cotillear como cotorras alrededor de un vaso infestado de alcohol y una fogata de humo de tabaco.

Hayley no podía decir que este era su año favorito.

Realmente, no lo era.

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